El manejo de las Emociones durante el Duelo
El duelo, recordemos, es el proceso natural por el que pasa un individuo como consecuencia de una pérdida de un ser querido.
Se trata de una reacción que se manifiesta a través de los tres niveles de respuesta del organismo: el psicológico (pensamientos), el emocional (sentimientos y emociones) y el conductual (reacciones fisiológicas y reacciones comportamentales).
Sin embargo, en el proceso de duelo debemos resaltar la importancia del componente emocional, pues las pérdidas suponen, sobre todo, la ruptura de un vínculo afectivo.
Es este componente el que domina a los otros dos, ya que lo que prima a lo largo de este proceso es la aflicción y el dolor ocasionado por la pérdida de ese ser querido.
No obstante, debemos añadir que no se trata de una reacción estática, sino que es, más bien, un proceso dinámico que evoluciona a través del tiempo.
Tampoco se trata de un proceso aislado o encapsulado, sino que está en constante interacción con factores (tanto internos como externos / tanto ajenos como relacionados con el suceso) que pueden modular la duración y la intensidad del duelo.
En este apartado nos centraremos en uno de los más importantes: la regulación emocional, un factor protector del desarrollo del duelo.
Este proceso ayuda a que el individuo pueda manejar los estados emocionales que experimenta, con el objetivo de llegar a un equilibrio a nivel emocional.
Para ello, el individuo debe tener conciencia del estado emocional, es decir, debe ser capaz de identificar y reconocer adecuadamente las vivencias emocionales.
Además, el individuo debe poder regular estratégicamente las emociones, lo que, en el caso particular del duelo, implicaría el saber canalizar las emociones desagradables, el poder expresarlas de una forma apropiada o el desarrollar competencias para auto-generar emociones positivas.
No se trata, por tanto, de obviar o suprimir las emociones negativas, sino de encontrarles una vía de salida, ya sea a través de la comunicación (ya sea con personas de confianza o escribiéndolas en un papel) o a través del cuerpo (haciendo ejercicio físico o llorando).
No debemos olvidar que el no llevar un proceso de regulación emocional estratégico y adaptativo puede suponer un factor de riesgo en el desarrollo del duelo.
Esto, en última instancia, alargaría la duración del mismo, así como dificultaría el restablecimiento del equilibrio del individuo.
Sophia Benarroch
Psicólogo